La guerra, es uno de los fenómenos más desestructurantes de la mente del ser humano, y una de sus consecuencias es la desintegración sistemática de las redes sociales que se han ido dando a través de los años.
El desarraigo de aquello que nos es más familiar, el observar las ruinas de esos lugares cargados de historias y convertido en patrimonio de nuestros recuerdos produce, de una manera indescriptible, secuelas en la salud mental.
Muchas personas no soportan el dolor, la angustia y el miedo que produce el traqueteo constante de las armas y toman como una decisión muy propia el abandonar sus lugares de origen, para de esta manera mitigar un poco ese sufrimiento que a decir verdad, muchas veces traspasa su capacidad de tramitación, colocándose del lado de lo traumático, de lo insoportable. Esto produce malestar, no solo en el que se va, sino también el que por diversas circunstancias le toca o decide quedarse: El círculo de amigos se reduce ostensiblemente, los vecinos se marchan dejando sus recuerdos, dolores y sonrisas, sus casas vacías son tal vez los únicos testigos fieles de un tiempo pasado, que sin lugar a dudas fue mejor.
Otros se marchan, no hacia otras ciudades, sino para siempre, borrados tempranamente en su existencia por la intolerancia de aquellos que han decidido una lucha desde la destrucción, y esto si que ha generado dolor y tristeza, ha marcado una huella imborrable no solamente en sus familiares sino en cada habitante del municipio.
Frente a todo esto aparece una de las grandes facultades del ser humano que es el no permanecer quieto ante las circunstancias adversas, y lo peor que tal vez le pueda suceder el estar paralizado por el terror de los hechos violentos. Crear, innovar, hacer nuevas proposiciones, ensayar nuevas ideas, descargar el dolor, contrarrestar todos esos actos que de ninguna manera están del lado de la vida, fortalecer los lazos sociales, familiares y colectivos buscando estrategias para poder enfrentar las secuelas de una guerra que no ha sido ajena, al contrario ha golpeado duro y desestabilizado una estructura social que se hace necesario intervenir para evitar índices mayores de des estructuración y caos.
El presente proyecto busca incidir e intervenir sobre la problemática que ha generado en la población menor de edad del municipio los diferentes actos de conflicto ya citadas en otros apartados, logrando el acompañamiento y fortalecimiento de uno de los grupos más vulnerables y vulnerados y aportando así de manera positiva a la recuperación del tejido social y al mejoramiento en la calidad de vida.